QUE
ES LA BIOSFERA
La
biósfera, (del
griego bios =
vida, sphaira, esfera) es
la capa del planeta Tierra en donde se desarrolla la vida. La capa
incluye alturas utilizadas por algunas aves en sus vuelos, de hasta
diez kilómetros sobre el nivel del mar y las profundidades marinas
como la fosa de Puerto Rico de más de 8 kilómetros de profundidad.
Sin embargo, estos son los extremos, en general, la capa de la Tierra
con vida es delgada, ya que las capas superiores de la atmósfera
tienen poco oxígeno y la temperatura es muy baja, mientras que las
profundidades de los océanos mayores a 1,000 m son oscuras y frías.
De hecho, se ha dicho que la biósfera es como la cáscara de una
manzana en relación a su tamaño.
La
biósfera es única. Hasta el momento no se ha encontrado existencia
de vida en ninguna otra parte del universo. La vida en el planeta
Tierra depende del Sol. La energía proveniente del Sol en forma de
luz es capturada por las plantas, algunas bacterias y protistas,
mediante el maravilloso fenómeno de la fotosíntesis. La energía
capturada transforma al bióxido de carbono en compuestos orgánicos,
como los azúcares y se produce oxígeno. La inmensa mayoría de las
especies de animales, hongos, plantas parásitas y muchas bacterias
dependemos directa o indirectamente de la fotosíntesis.
A finales de los años 70´s se descubrieron ecosistemas relativamente independientes del Sol. Por las fisuras de las zonas más profundas del océano sale agua con temperatura extrema (400° C) calentada por el magma debajo de la corteza de la Tierra. Al encontrarse con el agua fría se precipitan los minerales disueltos formando chimeneas que pueden alcanzar grandes alturas. En los alrededores de estas fuentes hidrotermales vive una densa comunidad animal que depende de bacterias quimiosintéticas. Las bacterias utilizan y transforman los compuestos de azufre que salen expulsados por el agua caliente y de ellas se alimenta una gran variedad de animales incluyendo pequeños crustáceos (anfípodos y copépodos) que a su vez son presa de caracoles, cangrejos, camarones, gusanos gigantes de tubo, peces y pulpos.
QUE
ES LA BIODIVERSIDAD
La
biodiversidad o diversidad biológica es la variedad de la vida. Este
reciente concepto incluye varios niveles de la organización
biológica. Abarca a la diversidad de especies
de plantas, animales, hongos y microorganismos que
viven en un espacio determinado, a su variabilidad
genética, a los ecosistemas de
los cuales forman parte estas especies y a los paisajes o regiones en
donde se ubican los ecosistemas. También incluye los procesos
ecológicos y evolutivos que se dan a nivel de genes, especies,
ecosistemas y paisajes.
El
concepto fue acuñado en 1985, en el Foro Nacional sobre la
Diversidad Biológica de Estados Unidos. Edward O. Wilson (1929 - ),
entomólogo de la Universidad de Harvard y prolífico escritor sobre
el tema de conservación, quien tituló la publicación de los
resultados del foro en 1988 como “Biodiversidad”.
Los
seres humanos hemos aprovechado la variabilidad genética y
“domesticado” por medio de la selección artificial a varias
especies; al hacerlo hemos creado una multitud de razas de maíces,
frijoles, calabazas, chiles, caballos, vacas, borregos y de muchas
otras especies. Las variedades de especies domésticas, los procesos
empleados para crearlas y las tradiciones orales que las mantienen
son parte de la biodiversidad cultural.
En
cada uno de los niveles, desde genes hasta paisaje o región, podemos
reconocer tres atributos: composición, estructura y función.
La composición es
la identidad y variedad de los elementos (incluye qué especies están
presentes y cuántas hay), la estructura es la organización
física o el patrón del sistema (incluye abundancia relativa de las
especies, abundancia relativa de los ecosistemas, grado de
conectividad, etc.) y la función son los procesos
ecológicos y evolutivos (incluye a la depredación, competencia,
parasitismo, dispersión, polinización, simbiosis, ciclo de
nutrientes, perturbaciones naturales, etc.)
LOS
VALORES DE LA BIODIVERSIDAD
La
conservación de la biodiversidad es la condición máxima de
sostenibilidad del sistema global de funcionamiento de la Tierra como
ecosistema. Incluye aspectos tan trascendentales como el
mantenimiento de la composición actual de los gases atmosféricos o
la regulación de los ciclos de la biosfera, entre ellos el del agua
o el del nitrógeno. Como ejemplo, un solo árbol de un bosque
tropical devuelve a la atmósfera en sus cien o más años de vida
7,5 millones de litros de agua. La Tierra, en general, y cada país
en particular poseen tres tipos de bienes: materiales, culturales y
biológicos. Tendemos a pensar que los dos primeros son los únicos
que cuentan en nuestras vidas, pero la riqueza biológica tiene tanta
importancia o más que aquéllos. No obstante, para que sea posible
su conservación y disfrute es necesario que la población asuma las
correspondientes actitudes y valores. Los valores asociados a la
biodiversidad pueden clasificarse en éticos, estéticos, económicos
directos y económicos indirectos. Debe insistirse, en especial, en
los primeros para no dejar reducido su interés a una simple cuestión
práctica. Los valores económicos, por otra parte, lo son en cuanto
que contribuyen a un desarrollo humano más armonioso, garantizando
el futuro del hombre y su medio.
- Valores éticos
Se
fundamentan en el derecho que tienen todos los seres vivos a existir.
Inspirado por convicciones religiosas, filosóficas o culturales, el
ser humano ha ido descubriendo el valor de la vida. Si bien la
perspectiva occidental ha sido más antrópica y ha considerado las
otras formas de vida, casi de forma exclusiva, como fuente de
sustento, explotación o diversión, las culturas orientales han sido
más respetuosas y han valorado la expresión de la vida a través de
cualquiera de sus seres. Uno de sus fundadores, Buda, se cuestionaba
si los seres humanos tienen derecho a matar o infringir daño a los
animales. Con todo, el valor de las otras formas de vida ha ido
creciendo y ha sido incorporado progresivamente a nuestra cultura.
Hace dos siglos se permitía, en Inglaterra, al dueño de un caballo
golpear a su animal hasta matarlo, algo que hoy nos repugna y está,
además, castigado en casi todos los códigos penales de los países
occidentales. La simpatía con la que cuentan los movimientos
proteccionistas (sean del lince, las focas o las ballenas), la
sensibilidad frente a los incendios forestales o el rechazo de
amplios sectores de población a la caza, furtiva o no, dan cuenta de
la asimilación del valor de la vida en la cultura occidental. El
precepto dado en la Biblia de “mandar en los peces del mar, en las
aves del cielo, en las bestias y en toda la Tierra”(Gen.1,26) está
pasando a ser interpretado como una responsabilidad de nuestra
especie por conservar y mantener un admirable patrimonio natural que
comparte con nosotros la existencia. El biólogo D.Ehrenfeld
expresaba esta actitud hacia la conservación de especies y
comunidades “porque existen y porque esta existencia no es sino la
expresión actual de un proceso histórico, de inmensa antigüedad y
majestad, que continúa. La existencia, desde hace mucho tiempo, de
la Naturaleza trae consigo el inapelable derecho de continuarla.”
- Valores estéticos
Los
seres vivos son una fuente permanente de belleza; tanto si los
observamos separadamente como dentro de un paisaje, producen una
impresión entre la contemplación y el asombro que ha cautivado a
científicos, viajeros, excursionistas y a todo el mundo que se ha
acercado a ellos. La observación de la naturaleza nos ha llevado a
grabarla, filmarla o fotografiarla para poder observar desde las
selvas remotas a los fondos abisales. Pero, sin necesidad de recurrir
a entornos tan lejanos, la simple apreciación de nuestro alrededor
puede, igualmente, cautivarnos e, incluso, el insecto más corriente,
observado con detalle, puede llegar a sorprendernos. C. Levi-Strauss
comentó en alguna ocasión que “cada especie es un tesoro
irremplazable igual a los trabajos de arte que conservamos
religiosamente en los museos.” La belleza y otros valores gratuitos
deben ser
presentados
por los educadores tanto como revulsivo de los valores sociales
imperantes como para desarrollar una dimensión presente en todos los
seres humanos y esencial para su desarrollo, de enorme importancia en
ciertos periodos, como el siglo de oro griego o el Renacimiento, , y
permanente a lo largo de nuestra historia.
- Valores económicos directos
Proteger
los ecosistemas, por muy importantes que estos sean, no significa, en
ningún modo, el mantenimiento de santuarios de espaldas a las
actividades humanas. Hubo un tiempo, influenciado por las teorías
conservacionistas más ortodoxas, en las que se decretaba la
existencia de espacios naturales que quedaban abiertos a los
especialistas y vedados, no sólo a la población en general para su
disfrute, sino incluso a los propios pueblos, que habían vivido
durante siglos en ellos y de ellos. De esta manera se provocaba un
sentimiento de hostilidad entre los habitantes más próximos que, en
algunos casos, derivaba en actitudes de enfrentamiento contra los
propios espacios (incendios, caza furtiva, introducción de ganado,
etc.). Afortunadamente, esta visión ha ido cambiando y hoy no se
entiende la protección ambiental sin la participación de las
poblaciones implicadas. Por lo general éstas han hecho,
históricamente, un uso sostenido de los recursos -que puede y debe
seguir haciéndose- como muestra, además, de que la gestión
sostenible de los mismos es posible y viable. Uno de los ejemplos más
relevantes lo ofrece el “movimiento seringueiro” en el Amazonas,
constituido por trabajadores que extraen el caucho de los árboles de
forma sostenible, demostrando así cómo se pueden extraer recursos
respetando el medio, incluso en una de las zonas ecológicamente más
importantes del planeta. Cuando las poblaciones viven integradas en
sus entornos se convierten en sus principales defensores,
garantizando así la conservación de los mismos. Además de la
explotación sostenida de los propios recursos, la biodiversidad
ofrece también otras posibilidades de enorme interés para los seres
humanos:
- como fuente de medicinas
Mil seiscientas especies
vegetales se emplean actualmente con éxito en el campo de la
medicina. Los ingredientes activos de, al menos, una tercera parte de
los medicamentos utilizados por nuestra civilización provienen,
directamente o como derivados, de plantas silvestres, hongos y otros
organismos procedentes, especialmente, de las selvas tropicales. La
morfina, quinina y los antibióticos son los más conocidos. Pero la
búsqueda continua y así, desde 1990, se investiga sobre la
gliotoxina, sustancia extraída de un hongo que promete proporcionar
la clave para hacer los órganos trasplantados invisibles al sistema
inmunológico sin comprometer otras funciones y, tal vez, permita
también elaborar nuevos fármacos contra el cáncer. Recordemos la
procedencia del ácido acetilsalicílico, que se acumula en las
cortezas árboreas del género “Betula” o la penicilina (hongos
del género “penicillium”). Las algas y algunas fanerógamas
pueden purificar el agua de metales pesados y la aplicación de
microorganismos a la degradación de compuestos químicos
persistentes constituye una de las aplicaciones más prometedoras de
la biotecnología. Con el mantenimiento de la biodiversidad no sólo
se favorece la investigación que busca soluciones a algunos de
nuestros problemas actuales, sino que se conserva todo el patrimonio
natural disponible para resolver necesidades futuras, haciendo de
esta solidaridad con las próximas generaciones uno de sus valores
más genuinos.
- como fuente de alimentos
Desde el punto de vista
humano, la biodiversidad tiene gran interés como fuente de alimentos
ya que estos se han basado tradicionalmente en las especies
vegetales. Durante toda la historia de la humanidad sólo se han
utilizado alrededor de 3.000 plantas como aporte de alimento, pero,
al menos, otras 75.000 son comestibles. Históricamente, el ser
humano se ha alimentado de aquellas especies que tenía más
cercanas, lo que a veces repercutía en dietas restringidas y
carenciales. Según fue avanzando el conocimiento del valor dietético
de los alimentos, se impuso la recomendación de la dieta variada con
objeto de abarcar el mayor número deseable de nutrientes. Hoy,
sabemos la composición de la mayor parte de los alimentos que
consumimos entre los que existen especies, básicamente vegetales, de
elevado valor biológico y de cuya ingesta puede derivarse la
prevención de algunas enfermedades (p.e., alimentos ricos en fibra),
la mejora de las mismas (según los casos, dietas ricas en calcio o
potasio) o el mantenimiento del buen estado general (dietas ricas en
antioxidantes). Este aspecto positivo de los alimentos sobre nuestra
salud es posible gracias a la disponibilidad de especies, de las que,
como antes se dijo, aún nos queda un gran número por conocer.
Paralelamente, comienza a descubrirse el valor nutritivo de otras
especies, como algunos géneros de algas, para la alimentación
humana, lo que puede ayudar a reducir el déficit de proteínas que
buena parte de la alimentación mundial sufre. Por otro lado, las
regiones más cercanas a los bosques tropicales, que por tener mayor
diversidad son también donde más posibilidad existe de localizar
especies comestibles, son actualmente algunas de las regiones más
necesitadas. Una explotación adecuada de aquellas áreas podría
contribuir a paliar sus problemas más inmediatos de supervivencia.
Finalmente, el valor de la alimentación no debe de contemplarse sólo
desde la perspectiva humana, puesto que muchos invertebrados, tanto
en el medio marino como en el terrestre, sirven como eslabón
alimentario a las cadenas de los seres vivos, sin cuya presencia
resultarían dañados o se perderían.
c)
como reserva genética
Independientemente
de su tamaño, aspecto o función, cada especie constituye un
elemento único en la Naturaleza y su evolución. Aunque, en el caso
concreto de la alimentación, hoy utilizamos especies cultivables,
existe todo un banco genético natural de especies silvestres de
enorme interés para mejorar los cultivos o para producir nuevas
variedades resistentes a climas cambiantes y a nuevas plagas y
enfermedades. Se espera que el próximo siglo sea el de la
biotecnología. Modificaciones genéticas controladas que suponen la
introducción de genes extraños en otros organismos, pueden resultar
de gran utilidad para los seres humanos (prevención y curación de
enfermedades) y el medio ambiente. Más, para ello es indispensable
disponer de los recursos genéticos que se encuentran en muchas
especies y variedades. Por otra parte, la diversidad genética y la
combinación de individuos con diferente material hereditario son la
base de la evolución y lo que enriquece la vida. La homogeneización
y uniformidad, a veces buscada por los sectores industriales y
agrícolas en aras de alcanzar mayor productividad, contribuye a la
pérdida de diferenciación y el correspondiente empobrecimiento. 4.
Valores indirectos Hasta 1987 existía en la India, en el estado de
Kerala, una pequeña rana que era considerada como un endemismo en la
región. Aparentemente sin mayor interés, su presencia era muy
abundante, pero los vertidos industriales fueron contaminando
progresivamente sus hábitats (lagos y charcas) llevando, finalmente,
a su desaparición. Como consecuencia, en los años siguientes la
malaria creció considerablemente en esta zona, ya que esta especie
regulaba, en grandes cantidades, las poblaciones de mosquitos. Todos
los seres vivos que componen la biosfera tienen su función de manera
que, salvo condiciones extremas -como las que conducen a la presencia
de plagas podemos decir que nada sobra en los ecosistemas de la
Tierra. Existe una perfecta interconexión entre las diferentes
poblaciones y, de su buen funcionamiento, depende el equilibrio
ecológico. Y este mismo equilibrio, que en principio no precisa de
la existencia humana, es, sin embargo, indispensable para nosotros ya
que la desaparición de especies o la alteración de los hábitats
repercuten e incide sobre los seres humanos y su calidad de vida como
nos ha mostrado el ejemplo anterior. Para mantener una existencia
aceptable necesitamos un ambiente favorable, tanto en composición de
la atmósfera, clima o riqueza del suelo, y a ello contribuye el
resto de los seres vivos de forma decisiva: bajo 1 m2 de suelo, sea
de bosque o pastizal, existen miles de gusanos, insectos y ácaros
junto a millones de microorganismos, los cuales desempeñan un papel
fundamental para facilitar el reciclaje de nutrientes y, en
consecuencia, la fertilidad del mismo. Su degradación reduciría su
productividad, uniendo al daño ecológico el económico. Otros daños
que se derivarían de la alteración de los ecosistemas serían: el
aumento de la erosión del suelo, mayores riesgos de inundaciones,
menor disponibilidad de recursos locales y consiguiente
encarecimiento de los mismos, etc. Conservar la biodiversidad es, por
tanto, una inteligente opción de futuro y uno de los mejores regalos
que podemos trasmitir a nuestra descendencia.
Actividades
de desarrollo que afectan la Biodiversidad.
Algunos
ejemplos de actividades de desarrollo que pueden tener las más
significativas consecuencias negativas para ltta
diversidad biológica son:
Proyectos
agrícolas y ganaderos que impliquen el desmonte de tierras, la
eliminación de tierras húmedas, la inundación
para reservorios para riego, el desplazamiento de la
vida silvestre mediante cercos o ganado doméstico, el uso intensivo
de pesticidas, la introducción del monocultivo de productos
comerciales en lugares que antes dependieron de un gran surtido de
cultivos locales para la agricultura de subsistencia.
Tomado
de:http://fotoalcarria.com/images/siembra_cereal-antiguoEgipto-actual.jpg
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Tomado
de:http://www.mediterranea.org/cae/domeno_tala_30-3-05.jpg
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Proyectos
forestales que incluyan la construcción de caminos de acceso,
explotación forestal intensiva, establecimiento de industrias para
productos forestales que generan más desarrollo cerca del sitio del
proyecto.
Proyectos
de transporte que abarquen la construcción de caminos principales,
puentes, caminos rurales, ferrocarriles o canales, los cuales podrían
facilitar el acceso a áreas naturales y a la población de las
mismas.
Canalización
de los ríos.
Actividades
de dragado y relleno en tierras húmedas costeras o del interior.
Proyectos
hidroeléctricos que impliquen grandes desviaciones del agua,
inundaciones u otras importantes transformaciones de áreas naturales
acuáticas o terrestres, produciendo la reducción o modificación
del hábitat y el consecuente traslado necesario hacia nuevas áreas
y la probable violación de la capacidad de mantenimiento.
Riego
y otros proyectos de agua potable que puedan vaciar el agua, drenar
los hábitats en tierras húmedas o eliminar fuentes vitales de agua.
Proyectos
industriales que produzcan la contaminación del aire, agua o suelo.
Pérdida
en gran escala del hábitat, debido a la minería y exploración
mineral.
Tomado
de:http://marchaporlavida.files.wordpress.com/2012/03/minas-de-cielo-abierto2.jpg
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